El lupus es una enfermedad reumática sistémica y crónica, es decir, además
de afectar a las articulaciones y a los músculos, puede dañar la piel y casi
todos los órganos. Su base es autoinmune puesto que se produce por la formación
de anticuerpos. La evolución de la enfermedad se desarrolla en fases de brote y
otras en los que los efectos de la enfermedad remiten. Asimismo, hay lupus muy
severos y otros no tan graves como los que se manifiestan con afecciones en la
piel. Esta patología afecta principalmente a las mujeres y en una época de la
vida en la que se es fértil (entre 20 y 40 años).
Los síntomas del lupus
varían, pero algunos de los síntomas más comunes son:
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Dolor
o inflamación de las articulaciones
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Dolor
de los músculos
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Fiebre
inexplicable
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Sarpullido
enrojecido, más a menudo en la cara
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Dolor
de pecho al respirar profundamente
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Pérdida
del cabello
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Dedos
de las manos o de los pies pálidos o morados
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Sensibilidad
al sol
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Hinchazón
en las piernas o alrededor de los ojos
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Úlceras
en la boca
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Hinchazón
de las glándulas
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Cansancio.
TRATAMIENTOS
El tratamiento de la enfermedad es muy distinto según el órgano al que
afecte. Los corticoides se consideran el tratamiento básico puesto que todos
los afectados en un momento u otro los toman. Si los órganos dañados son el
pulmón, el corazón, el sistema nervioso central o el riñón el tratamiento debe
de ser mucho más agresivo y se basa en corticoides en dosis muy altas y
tratamientos inmunosupresores. Si la enfermedad presenta síntomas como fiebre,
cansancio o afecciones cutáneas, el tratamiento será menos agresivo y con
corticoides o antipalúdicos. La alimentación debe de ser completa, sana y
equilibrada. No hay ningún alimento perjudicial para el paciente. Por otro
lado, cuando la enfermedad afecta al riñón y sobre todo, cuando hay
hipertensión arterial los pacientes tienen que saber que no es recomendable que
consuman alimentos salados o condimentados.