Para la mayoría de los alérgicos, el descenso de la temperatura que marca
el inicio del otoño y, especialmente, los cambios bruscos en el termómetro son
un fenómeno objetivo que dispara un molesto abanico de síntomas. Congestión y
narices obstruidas, picazón, lagrimeo, estornudos….
“El frio disminuye los mecanismos de defensa naturales de las vías respiratorias”,
explico un especialista. Las bajas temperaturas inmovilizan las cilias, una
suerte de cepillitos que recubren la membrana interior de las vías respiratorias
y actúan como una cinta transportadora que va eliminando el mucus, cargado de partículas
y bacterias. Por eso, hay más predisposición a infectarse con virus.
La lista de enemigos que más afectan a los alérgicos es encabezada por los
acaros, microscópicos diablillos que proliferan con la humedad y temperatura típica
del otoño. Habitan en los colchones, almohadas, alfombras y el polvo del
interior de casas y oficinas. En el caso de los asmáticos el 90% tiene origen alérgico,
la suma de frío as irritación por alérgenos dispara una agresión sobre los
bronquios, que reaccionan de manera desmesurada y responden obstruyéndose, con
una crisis.
El especialista podrá recomendar el uso de antialérgicos para prevenir,
combatir y aliviar los síntomas de la alergia; así como también la terapia
respiratoria de vital importancia en problemas alérgenos con afecciones
respiratorias en el adulto mayor.
A menudo se prescriben unas sesiones de fisioterapia respiratoria para
ayudar a las personas, sobretodo a los niños y adultos mayores, que presentan
episodios de sobreinfección bronquial. En el tratamiento se les enseña a los asmáticos
a respirar mejor, controlar su respiración durante la aparición de una crisis,
angustiarse menos y utilizar mejor los diferentes aparatos (aerosoles,
dosificadores, turbuhaler, cámara de inhalación…), necesarios para la toma de
la mayoría de los medicamentos prescritos a los asmáticos.
Servicio de Terapia Respiratoria - Fisiopersonal
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