Las fracturas y
particularmente, la fractura de cadera, es una patología de creciente
importancia en las personas de edad avanzada. Los datos a continuación lo
demuestran:
La mortalidad asociada con una fractura de cadera se encuentra entre el 5% y el 10% al cabo de un
mes del accidente.
Transcurrido 1 año de la fractura ha muerto aproximadamente 1/3 de los pacientes, dato que ha de compararse con la esperada mortalidad anual de un 10% en los individuos de este grupo de edad. La causa de muerte en estos adultos mayores no es causada por la fractura sino por las consecuencias que trae esta consigo (encamamiento, miedo a volver a pararse o caminar, debilidad, disminución de la masa muscular, depresión, pérdida de equilibrio, infecciones respiratorias, urinarias o del tracto intestinal son las que finalmente traen consecuencias mortales por su pronta complicación)
La edad media de los
pacientes con fractura de cadera está por encima de los 80 años, y casi el 80% de los fracturados son
mujeres. El riesgo anual de sufrir una fractura
de cadera se relaciona con la edad, y alcanza un 4% de riesgo en las mujeres
con más de 85 años.
La rehabilitación
física y el seguimiento continuado de este tipo de enfermos es clave en su
pronóstico funcional, y por eso cobra importancia la coordinación que existe
entre los traumatólogos, los geriatras y los terapeutas físicos; ya que nos
encontramos ante un proceso de enorme trascendencia por su frecuencia, coste,
gravedad y potencial incapacitante. Por tanto es necesario mantener y mejorar
nuestros esfuerzos en su prevención, rehabilitación y recuperación.