El calzado juega un
papel muy importante a la hora de practicar ejercicio, pues además de ayudar al
rendimiento, también sirve para prevenir lesiones derivadas de una mala pisada.
Por eso es muy importante saber elegir adecuadamente el par de zapatillas que
van a usar a la hora de entrenar.
En la carrera a pie
hay tres fases; primero una de impacto en la que el talón choca con el suelo,
una segunda de apoyo, donde la planta del pie está en contacto con el suelo y
la tercera fase es la impulsión, que es cuando los dedos provocan el
desplazamiento. La pronación se produce cuando en la segunda fase: el pie se “hunde”
hacia dentro. La supinación es la reacción contraria, “hundimiento” hacia el
exterior; y la pisada neutra es en la que no se produce ningún hundimiento del
pie, siendo el eje del desplazamiento lineal.
Tus zapatillas
ideales tienen que ser capaces de amortiguar bien los impactos, proporcionarte
estabilidad, sujeción y además adaptarse a tu forma de correr. Sucede muchas
veces que en el transcurso del uso de un par de zapatillas, comienzan a
aparecer molestias y a veces lesiones, por una mala elección de las mismas. También
debemos tener en cuenta la vida útil de las zapatillas (se recomienda cambiar
de zapatillas cada 700 u 800 kilómetros, dependiendo de tu estilo de carrera,
de tu peso así como de la superficie en la que corres); pasado ese tiempo, el comportamiento
de los materiales, no es el mismo.
Con estas pequeñas
nociones conseguiremos disminuir las lesiones a la hora de correr, y sobre todo
disfrutar del ejercicio que estamos realizando. Pero ante todo hay que tener en
cuenta a la hora de elegir un par de zapatillas, que estemos cómodos con ellas.
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